Estanterías repletas de libros, que es lo mismo que decir repletas de sabiduría. Desde una Biblia hasta una novela, ensayo, pasando por un libro de poesías, de historia, de formación en general. No faltan los diccionarios, los libros de literatura, de evasión, de temas variados. Unos de esos amigos son gordos y fuertes, otros delgaditos, unos con pastas llamativas, otros de apariencia más seria…pero todos tienen su sitio, todos cumplen su cometido para cada momento, para cada necesidad; todos enriquecen nuestro espíritu, nos acompañan, nos ilustran, nos distraen, o nos enseñan.
Hay pocas cosas más valiosas que un libro (aunque no todos en la misma medida). En ellos encontramos el pensamiento de hombres y mujeres ilustres, a quienes solo conocemos a través de ellos. Hay libros que, después de haber sido leídos, duermen un largo sueño en la estantería, pacientes, hasta que de nuevo vuelven a ser prestados porque los necesitamos.
Los libros son verdaderos tesoros. Tesoros que nos enriquecen.
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